domingo, 6 de noviembre de 2011

La clave perfecta

Hace varias semanas ya, que uno de los pequeños del taller, me ha estado preguntando insistentemente sobre qué haremos después que se termine el taller.  Esta semana se le sumaron los otros y  comenzaron a armar planes para el verano y nuestras posibles juntadas para continuar con el taller.

Si bien siempre voy haciendo mis repasos sobre el tiempo transcurrido, hoy estuve viendo las fotos de ellos, de las cosas que hemos hecho, de las veces que nos hemos juntado a hacer nuestros trabajos, a ensayar y también a jugar.

¡Han crecido un montón! están más desenvueltos entre ellos y conmigo.  Hemos estado recordando cuando en el grupo no se hablaban tanto y en cambio ahora ¡son de temer juntos! Si descuido la cámara, soy víctima de las fotografías espontáneas y si ellos se descuidan los sorprendo con un flash.

Han pasado siete meses de taller, pero creo que para cada uno de nosotros ha sido más que eso.  Ellos han hecho amigos, han tenido su espacio propio para desarrollar sus habilidades, unos más con el dibujo, otros más con la lectura y otros con la dramatización.  Yo me he entretenido, he disfrutado como niña los días de talleres juntos, he aprendido de sus personalidades, de mi misma como la profe que soy para ellos y como una especie de misionera de las historias contadas.

Aún nos queda taller, hasta diciembre, pero éste ha sido un momento de reflexión, de ir para atrás y adelante en este tiempo transcurrido.

Nunca hemos sido muchos en número, siempre parecemos casi inexistentes en el salón, en comparación a la clase de bailes folclóricos que me parecen avejitas revoloteando con sus faldones y pantalones de gaucho al ritmo del zapateo; pero sin lugar a  dudas éste, mi grupo de teatro de papel, lejos es un grupo maravilloso.

Me siento muy agradecida de poder  vivir y contar esta experiencia.  Hemos tenido días buenos y otros mejores, algunos medios difíciles, sobretodo cuando el apoyo no ha sido tan efectivo, pero se ha sostenido principalmente porque todos los que formamos este grupo hemos continuado con las ganas de sostenerlo.

Hay que confiar en los niños y hacerselos saber.  Hay que respetarlos y quererlos.  Hay que confiar en uno mismo y proyectar esa confianza también.  Hay que reír y soñar.

Hay que soltarse y volar...

2 comentarios:

  1. Muy buen blog, enhorabuena! me quedo por aqui dando un vistazo y te animo a conocerme en www.creciendocondavid.com

    Yo también creo que hay que confiar en nuestros pequeños maestros!!!

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  2. Muchas gracias por pasarte por acá y por tus palabras. Ya te visito.

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