sábado, 20 de abril de 2024

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Me gusta mirar el cielo en horas que la quietud y el silencio están muy presentes.
No busco la mirada de dios en ese cielo inmenso, pero algo de fe debe haber en esa costumbre que me voy haciendo.
La fe de saberme presente, de respirar, de buscar la paz.
¿Acaso la paz no es posible en aquella oportunidad de perderme entre el silencio y la quietud de una madrugada? ¿De esperar que el agua hierva? ¿Que la hora pase a su ritmo y que a penas el viento pueda molestarme en el rostro?
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Volví por un ratito. Siempre vuelvo, aunque sea a ratos.