viernes, 13 de enero de 2012

Esa extraña cosa llamada identidad.

Enero me pone ansiosa.  Pienso y repienso mi viaje a Chile, el encontrarme con mis afectos, con mis recuerdos y mi historia.  Siento una agradable sensación cuando voy cruzando la cordillera; es como si el sólo pisar esa tierra  que oficialmente dicen es chilena (pero es la misma que de este lado) me hiciera sentir en casa. 
Es raro sentirlo, aunque yo pueda tener todos los elementos teóricos para comprenderlo, gracias a mi profesión (antropología).  Y no es que en este hermoso país (Argentina) no tenga lindas cosas para recordar o agradecer; muy por el contrario, tengo alegrías, amor, buenas gentes, una vida tranquila...pero volver cada verano a mis modismos, al olorcito a humitas con tomate y a las historias que me he perdido en un año de ausencia; me revitalizan y hacen que me siga sintiendo parte.
Si alguien quisiera una definición de identidad, les diría que eso es identidad; es más que una vestimenta en común, más que una lengua en común...identidad es esa entrañable sensación de pertenencia, a pesar de los acomodos que deban hacerse para ser feliz, a pesar de alejarse o de ir y volver.  Es ese sentir interno, el que no siempre es comprendido por otros que nos observan o aunque por opciones sólo tengamos que planificar viajes al lugar de siempre y absorver y retener lo que más podamos hasta la próxima vez.

El campo donde crecí. Los eucaliptos que ayudé a plantar.


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