Siempre fuimos cómplices en las noches de espesura y dolor, cuando nos acompañaba sólo la neblina y la tibieza de los restos de una cerveza derramada.
Parecíamos invencibles, cuando soñábamos con los deseos (im) posibles y cuando arrodillados ante nuestros fracasos fuimos uno solo apoyado en el otro.
Supimos cuando quisimos, amamos y entregamos el alma por las madrugadas frías, para calentar el silencio y así no sentirnos tan desbastados.
Abrimos el corazón del otro, porque estaba permitido y en el fondo del secreto más íntimo, supimos escudriñar y echar afuera.
Nada, ni las confusiones, ni el pánico del mediodía hicieron imposible la verdad (posible) en el transcurso de una noche fugaz y revoltosa.
Allí, siempre allí estuvimos, cuando el otro se negaba a saltar o dar el paso necesario.
Allí, siempre allí estuvimos, cuando el otro titubeaba por el pánico al desvelo.
Allí, siempre allí estuvimos, cuando el ruido de los pájaros de madrugada ensordecían el momento nuestro.
Ahora, después del chaparrón que empapó el sentimiento todo flota y entonces, trato de levantarlo desesperadamente; impidiendo que no se despedace nada y acabe por fin con este recuerdo.
Bellísimo! Me hace soñar con el verdadero amor que sirve, como dijo Pablo Neruda, para salvarnos de la vida (ya que nada puede salvarnos de la muerte).
ResponderEliminarBesos.
Todo amor, en cualquiera de sus formas, nos salva. Besos para ti también Elisa.
Eliminar...precioso ...gracias...
ResponderEliminarGracias a ti Magdalena.
Eliminarhermoso Yeka te extraño mucho amiga....espero volver a verte pronto...Sabry
ResponderEliminarQuerida Sabry, también te extraño mucho! Ojalá pronto nos veamos. Abrazos para uds.
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