Saber compartir y querer compartir no son la misma cosa. Me lo han dejado muy claro los niños del taller del lunes.
Nunca me había pasado esto en ningún grupo con los talleres de Kamishibai u otros talleres que he realizado en mis años de trabajo.
El lunes, los niños comenzaron a hacer sus bocetos para ilustrar las obras, pero como esto es una actividad grupal, la cosa se complicó para varios, porque no había forma de hacerlos entender que éste no es un trabajo individual, que se enfatiza el compañerismo y que acá nadie es protagonista, sino que en conjunto lo son todos (y yo pensé que había quedado claro en los primeros encuentros que tuvimos, cuando explicaba la manera de trabajar).
Y aunque finalmente logré que la tensión se aflojara y que comenzaran a trabajar en grupo, sé que los que se negaban a compartir,no quedaron muy convencidos ni contentos...y por consecuencia los otros tampoco porque se sintieron desplazados.
Me fui a casa y hasta hoy sigo dándole vueltas al asunto:
¿Cuáles son los componentes que deben darse en un grupo para que queramos compartir?
¿Qué implica compartir? ¿Qué y cuánto ganamos y perdemos?
¿Por qué hay que compartir? ¿Por qué se da por sentado que debemos compartir cuando estamos en grupo?
¿Todos entenderemos de la misma manera la idea de compartir?
Compartir en primera instancia, generará una especie de complicidad, de identificación con el otro. Implicará desprendernos de algo para dárselo a otro. Y eso indudablemente nos permitirá ganar empatía, buen ambiente grupal, logro de objetivos propuestos; pero también perder. Perdemos un poco de lo que entregamos, perdemos protagonismo absoluto, aunque no siempre o no todos lo sintamos como pérdida.
Al agruparnos, de alguna manera nos nucleamos y eso implicará que los objetivos grupales serán los mismos. Habrá una meta, un propósito y para conseguirlo todos nos uniremos hasta ojalá lograrlo.
Pero puede que la idea de compartir no siempre se asuma de la misma manera en todas las personas. Sin duda que compartir estará también muy asociado a las experiencias personales, a la historia personal, a las realidades personales.
El conflicto del lunes me genera nuevas reflexiones que considero importantes no solo para mejorar y solucionar lo que provoca fricciones, sino para comprender más en profundidad esto de los grupos y la manera de abordar los talleres, que aunque artísticos o culturales, no dejan nunca de ser un contexto de relación social, en donde sus integrantes cargan con sus propias realidades y experiencias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario