Se volverán coloradas, marrones, bien marrones. Se encenderán hasta que se consuman y caigan despacito y toquen la punta de los pies. Se escuchará un susurro extraño y entonces, con ternura, aparecerá alguien que las levante y las piense un collage de estación. Otros las imaginarán tierra de hojas y harán fértiles las semillas guardadas el verano pasado. Algunas se mantendrán firmes, como heróicas, creyéndose inmunes a su destino; mientras las más se echarán en la vereda a reposar quietas sin pensar y una ráfaga de viento inventado se las llevará.
Amo el otoño por sus hojas, yo soy de las que van buscando veredas repletas de hojitas para pisar, para levantar y hacer collages, para meterlas adentro de frasquitos, atrás de vidrios, entre las hojas de un libro. Me acabo de dar cuenta que soy una carcelera de hojitas secas, qué feo suena!
ResponderEliminarMe gusta el otoño =)
Hay patito, que coincidencia más agradable!
Eliminar"carcelera de hojitas secas", no me cabe dudas que habitar entre tus libros, debe ser muy agradable para esas hojitas.Mi abrazo cariñoso.
esas mismas hojas...que cuando caen abonan la tierra...que dara hojas nuevas...
ResponderEliminarese es el secreto de la vida....
hermoso post...
un abrazo
Gracias Firenze! Un abrazo para ti también.
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