viernes, 16 de marzo de 2012

Atrapa sueños


¡Cuánta gente querida pasa
 y pasará por nuestras vidas
marcando momentos y tiempos
 que los harán aún más fundamentales!

Recuerdo que me invitabas a tomar café y nos acomodábamos en el balcón; en  tus sillas de mimbre; para ver al mundo pequeño desde el noveno piso.  Una mantita para cubrir tu espalda, de esas coloridas que había tejido alguien de tu familia muchos años atrás y una incesante rueda de pequeños circulitos que salían por tu boca mientras me comentabas los sueños que te daban miedo; porque era mejor que las primeras horas se los llevaran; según nos había contado la Machi Dominga.  El olor a nicotina se nos pegaba en las yemas de los dedos y eso tal vez nos hacía adicta a los cigarrillos conversados junto a una taza de café.
Pero el invierno caló hondo en los huesos, el verano incendió el espíritu y un día descubrimos los restos de unos sueños contados y  unas palabras mal dichas.
Los años pasaron volando, las distancias terminaron perdiéndonos y ahora frente a  mi ventana de un primer piso, te pienso y te encuentro en los escombros que conservé hasta ahora.  
Revuelvo mi taza de te (porque el tiempo desgastó mi gusto por la cafeína), con olor a especias en los dedos (porque cocino para mi familia),  con deseos algunos modificados y arrugas cerca de mis ojos (porque los años no pasan en vano) y entonces viéndome tras el reflejo del vidrio medio empolvado por el viento que se desató en la mañana; pensé en tus deseos; los que habrás concretado, los que habrás olvidado y pensé también en las veces que nos prometimos amistad para siempre y el para siempre no era eterno.  

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