LOS RECUERDOS CON OLOR, COLOR Y FORMA
Eran las siete de la tarde; una tarde fresca de fines de verano.
Los niños correteaban unos tras otros y yo me detuve a observar a mamá que estaba parada en la entrada de casa.
Las flores rojas, de nombre que ya no recuerdo, hacían juego con los ladrillos de la muralla.
Entré detrás de mamá y la perdí en el pacillo mientras cerraba la puerta. El olor a té y hallullas calentitas me despertaron las ganas de abandonar el juego.
Pude escuchar el final del capítulo "La Madrastra" y las voces de mi mamá y mi madrina:
MAMA: ¡deje de llorar mujer por Dios!
MADRINA: convídeme un cigarrito comadre.
Suena la tetera, mi abuelo corre a sacarla de la cocina.
ABUELO: ¿con una o dos cucharitas de azúcar mijita?
YO: con dos tata.
Al fondo escucho los susurros de mi mamá y mi madrina. Mi abuelo tose y me acerca la taza de té enfriado.
YO: ¡que rico pancito tata!
ABUELO: sonríe.
Aparece mi madrina secándose los ojos. Mi madre va al baño.
MADRINA: no sé usté comadre, pero yo pienso que la vieja mala tenía que morirse.
MAMA: y claro, si a usté siempre le han gustado los finales trágicos.
MADRINA: ¿y qué tan trágico? ¡trágico es que se quedó viva pa' seguir molestando!
ABUELO: si siempre son los mismos finales, los buenos quedan contentos y los malos quedan sufriendo.
YO: mamá ¿me convidas otro pancito?
MAMA: ¿con queso o mermelada?
MADRINA: ¿pero se fijó en el vestido de la hija de la mala?
YO: con mermelada.
Hace frío, papá está a punto de llegar del trabajo. Seguramente me hará cerrar los ojos y me entregará un chocolate.
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