En retrospectiva

Diciembre es sinónimo de cierres. De fin de ciclos y de inicio de otros.

Y en el taller de Kamishibai, ya llegó su diciembre:

Leer creativamente fue siempre el objetivo fundamental.

También dibujar pensando en Kamishibai.

Dejar el espacio tal como se nos prestaba.

Familiarizarse con teatrillos de distintos tamaños;  incluso algunos de ellos que aprendieron a hacer con cartón reciclado.

Dejar una huella al menos como grupo.

Pero como no sólo de Kamishibai vivimos, celebramos el Día del Niño y el Día del Estudiante.

Y en primavera las niñas fueron princesas.

Como la cámara se volvió una integrante más; no quedaba más remedio que posar como reinas, como reyes y a veces hasta con la seño incluida.

Hubo que acomodarse a las condiciones dadas.

Y para qué ocultarlo, si también jugábamos, y cuando lo hacíamos; nos divertíamos con lo más simple y mágico.

Varias veces fue necesario insistir en el compromiso, respeto y trabajo en equipo.

Hasta que finalmente la función llegó, donde cada uno se lució, como talentosos que son.

Pero el cierre lo hicimos entre nosotros, como Dios manda.

Eso si, la fiestita empezaba oficialmente cuando llegaran todos, así es que mientras, aprovecharon las puntuales para echar un vistazo a las cosas tan curiosas que tenía la seño en su casa.

Y el broche final, nos lo dieron el día de nuestra fiestita: una invitación para mostrar algunas obras en el acto de fin de año en Policía Infantil. Ahí si, dejaremos a un encargado responsable de la cámara para tener registros de la función, lo prometemos.

Sólo cuando amamos lo que hacemos, aprendemos a valorar los momentos. Yo valoro cada uno, desde el primer día hasta el último de este taller. Los difíciles y los más divertidos. Y  principalmente conocer a cada uno de mis pequeños grandes alumnos.