Hacía tiempo que no tenía una función de kamishibai al aire libre y con solcito que parecía de primavera.
Mientras todo se acomodaba en el Museo para dar comienzo a la tarde de festejos por las vacaciones de invierno, yo miraba a mi teatrillo, mi gran compañero.
Una linda tarde, niños atentos, calladitos mirando una tras una las láminas y escuchando las historias.
Los aplausos, mi confort luego de la adrenalina que me produjo el viento, porque sudé la gota gorda evitando que no se me desparramaran las láminas.
Me acompañaron dos de mis alumnos del taller: Verónica y Geremías. Tenían otras cosas que hacer, pero lo mismo se tomaron el tiempo para acompañarme. ¡Mil gracias!
Qué chulo!
ResponderEliminarSi!
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