domingo, 27 de septiembre de 2015

Mi costado más lunar

Aprovechando la euforia lunar, hoy hablaré de mi yo más, pero más femenino; ese que me hace titubear y complicarme con o a veces sin razón.
Soy lunar, como toda mujer. 
Soy femenina y me gusta explotar ese lado en mi quehacer y en los pequeños detalles que adornan mi hogar.
Me gusta usar vestidos y polleras. Y prefiero siempre telas delicadas; entiéndase delicadas al tacto, al ojo que la aprecia; no caras, ni finelis, ni marqueteras. 
Pero cuando más lunar y femenina soy y me siento sin discusión, es cuando arreglo mi cabello. Cepillarlo y verlo cuando cae bajo mis hombros es un deleite para mi.
No siempre he usado el cabello largo, he tenido épocas en las que decidí cortarlo, para dejar atrás alguna etapa y volver a empezar. Pero cuando más yo me he sentido ha sido siempre cuando mi cabello ha estado largo.
Hoy lo llevo largo, en poco llegará a mi cintura y eso me pone feliz. Y lo cepillo y lo coqueteo, porque me gusta así.  
Bien saben quienes me leen hace más tiempo; que me gusta tejer, bordar y dibujar (entre otras cosas) y entonces le dedico también tiempo especial a adornos para mi cabello. Lo he hecho siempre, de niña y joven y lucir mis accesorios siempre me hacía ver distinta entre mis amigas y compañeras. Y eso me gustaba.
Pero en un mes más será mi cumpleaños y cargo la confusión de los cuarenta años, esos que en algún punto se me han venido tan pronto y entonces miro en reversa y parece que no es tan pronto, porque acumulo historias en mi mente y las quisiera compartir y quisiera a mucha gente de mi pasado cerca y abrazarlos  y abrazarlas y compartir una charla y una copa y una noche y un día y una sonrisa y por qué no alguna otra lágrima. Pero no se puede, porque sin darme cuenta, en serio, sin tomar plena consciencia de todo; el tiempo ha ido pasando y yo sin duda soy otra y todos ellos y todas ellas son también otros y otras, aunque en el fondo algo de nosotros mismos tenemos bajo la piel, bajo la aspereza del tiempo y los sueños esos que aún no cumplimos y esos que dejaron de ser sueños y esos que se lograron y contribuyeron en nuestros cambios.
Y yo soy mamá, del mejor hijo que toda mamá tiene. Y yo soy lunar, porque soy femenina y entonces me abruma el pasado que no puedo retener, me abruma el presente, del que  me cuesta acoplarme y me siento incomprendida y quisiera que me escucharan y luego me respondieran cosas tan sencillas, pero tan necesarias como por ejemplo ¿hasta cuándo debo usar adornos en mi cabello? ¿estará mal que use una diadema vistosa a los cuarenta?  
Y luego estas mismas preguntas me avergüenzan, porque sé que no son importantes, pero son necesarias para mi confusión de estos días. Y más vergüenza me da recordar que veinte años atrás, yo, tan contestataria, cuestiones así no me habrían preocupado.
Pero parece que a algunos cumplir cuarenta años al menos confunde. Es como si debemos poner los pies juntos, ver hacia todos los costados y volverse a mirar. 
Y en eso estoy, confundida, complicada, lunar, más lunar que nunca; necesitando saber por ejemplo, si una mujer con cuarenta años debe usar diademas vistosas en el cabello.
  

jueves, 17 de septiembre de 2015

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A veces la gente no entiende 
de distintos e iguales; 
de soledades y ausencias.

lunes, 14 de septiembre de 2015

miércoles, 9 de septiembre de 2015

De volantines era el cielo


Luego llegaba la época de encumbrar volantines. 
Y salir corriendo tras la punta del hilo cortado por el viento. 
Y tirarse en el pasto, el de primavera. 
Y ver al cielo y creer que el cielo era uno solo.
Y para todos el mismo.

lunes, 7 de septiembre de 2015

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A esos pedacitos de noche y de luna, prefiero doblarlos y dejarlos del tamaño de mi bolsillo; guardarlos allí y de vez en cuando buscarlos, desdoblarlos y saberlos como instantes, circunstancias; más pedacitos de vida, de noches y de lunas.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

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"Ilegales", "indios", "negros", "villeros"...tanta palabra vacía, vacía; que nos divide.